La organización vecinal no se detiene. Villa Ortúzar, Bajo Belgrano, Barrio River, Núñez, Colegiales, Chacarita, Villa Urquiza, Palermo, Villa Devoto. La lista crece a medida que llega a los barrios el impacto de los cambios que se introdujeron por ley en el Código Urbanístico, en 2018. El más sustancial de ellos es el que habilitó un mayor volumen constructivo, lo que está provocando una densificación brutal. La desaparición de las viviendas unifamiliares es la punta del iceberg de este cambio que impacta en la traza urbana de estos barrios.
Para tener una dimensión de lo que significa en números, los vecinos y vecinas se organizan relevando sus propios barrios. Por ejemplo en Villa del Parque, en el polígono delimitado por las calles Joaquín V. González, Alvarez Jonte, Francisco Beiró y Avenida San Martín, el colectivo «Conciencia Urbana Comuna 11» contó más de 300 propiedades en venta y 118 obras en construcción. Estos números son hasta febrero, cuando realizaron el trabajo y geolocalizaron todas las direcciones en un Google maps.
En Palermo la situación es similar: los vecinos y vecinas organizadas a través de «Palermo resiste» tienen identificados 180 nuevos emprendimientos edilicios, 80 viviendas demolidas para construir en altura y más de 130 casas en venta (todo esto sólo en la zona comprendida por lo que se conoce como Palermo Viejo).
La magnitud de los números se replica, en mayor o menor medida, en el resto de los barrios. Esto explica que muchas organizaciones barriales y vecinales esten acudiendo a la Legislatura para transformar sus demandas en leyes. Básicamente, adecuar la normativa para que sus barrios no se terminen degradando.
«Palermo resiste» presentó su proyecto de ley el 25 de abril. Centrado en los siguientes ejes: «frenar la construcción indiscriminada, la demolición de casas patrimoniales, la desaparición de espacios verdes, la ocupación desmedida del espacio público y la pérdida de la identidad cultural del barrio».
Con el proyecto buscan propiciar un análisis técnico de un polígono delimitado por la avenida Córdoba, Godoy Cruz, Guatemala, Coronel Díaz y Mario Bravo, hasta Paraguay. Proponen ajustar y limitar criterios normativos, y buscan que se suspendan los certificados urbanísticos de los usos del suelo.
Los certificados urbanísticos son un tema en sí mismo. Ocurre que los desarrolladores inmobiliarios solicitan este certificado a la Ciudad, tengan o no el proyecto definitivo (pueden solicitarlo con un ante proyecto), tengan o no las inversiones; esto pasa a un segundo plano porque está claro que tanto el proyecto como el dinero no son un impedimento. Lo importante es el certificado, ya que les permite tener «pisada la norma»: es decir que si se aprueban los cambios que solicitan los vecinos, los desarrolladores ya tienen asegurado su permiso con el Código que se votó en 2018.
Si bien para este tipo de emprendimientos el costo del certificado era practicamente irrisorio (menos de $ 49.000), desde hace unas semanas este trámite, junto a otros 80, es gratuito; gracias a un proyecto de ley que presentó el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, ya en plena campaña como pre candidato presidencial.
Palermo tiene además sus particularidades, vinculadas a la enorme concentración de bares, restaurantes y boliches, y lo que esto implica para la convivencia vecinal; no sólo por el ruido y el movimiento de gente y vehículos, sino por la utilización del espacio público -mesas en las veredas y decks ocupando las calles- y la recolección de residuos que, por el volumen, siempre termina siendo insuficiente.
Villa del Parque
Como se dijo, Villa del Parque atraviesa las mismas preocupaciones. En la cuenta de Instagram del colectivo vecinal dan cuenta de las situaciones diarias que atraviesan. Entre otras cosas, como es convivir en la manzana de Melincué al 3200, donde se llevan a cabo cuatro obras al mismo tiempo. Los taladros son la banda de sonido diaria.
El proyecto vecinal fue presentado en la Legislatura en marzo y busca, entre otras cosas: limitar la ocupación del suelo edificable, preservando los pulmones de manzana y aumentando la capacidad ambiental; aumentar la catalogación de inmuebles con valor arquitectónico o cultural; incorporar mecanismos de consulta y participación vecinal; y restringir las expansiones comerciales en el espacio público.
Otros temas de importancia: que el enrase se dé sólo en los corredores comerciales y frente a la plaza Aristóbulo del Valle (no en todas las calles interiores del barrio, como sucede ahora). Y además restringir el Distrito del Vino a las avenidas Beiró y San Martín.
Hasta ahora, los vecinos y vecinas organizadas de Bajo Belgrano, Lomas de Núñez y River lograron que se aprobaran modificaciones al Código Urbanístico de 2018. Además de los barrios que se mencionan en esta nota, Villa del Parque y Palermo, hay otros que presentaron sus proyectos, como Chacarita.