César Ovilio Gómez Rivero viajó a Madrid el 28 de mayo de 2007. Al día siguiente, visitó como “investigador” la Biblioteca Nacional, robó una decena de documentos —entre, ellos dos mapamundis de Ptolomeo, arrancados con un cúter de Cosmographia, incunable de 1482— y, sin demora, tomó un vuelo de regreso a Buenos Aires. El 6 de agosto repitió el operativo. Una vez cruzado el Atlántico, Gómez Rivero intentó vender su botín en el mercado negro. La justicia argentina lo descubrió aquel mismo año, lo investigó, lo procesó… y lo dejó libre. Su nombre desapareció entonces de las portadas de los diarios. Hasta ahora. Este uruguayo radicado en Argentina fue el último que tuvo en sus manos el galileo robado, se supone, […]