Desaparecieron las placas de bronce que identifican los restos de Leguisamo y Manuel Argerich, mártir de la epidemia de fiebre amarilla, entre otros. Hubo 10 denuncias y desde la Ciudad dicen que buscan reforzar la seguridad.
Justo cuando se cumplieron 150 años de la epidemia de fiebre amarilla, del cementerio de Chacarita desapareció la placa que identifica la tumba del doctor Manuel Argerich, que murió mientras combatía la epidemia que se llevó la vida de 14.000 personas. Es apenas uno de los hechos de vandalismo que cuidadores, familiares y especialistas en patrimonio porteño vienen denunciado. En Chacarita, algunas tumbas se quedan sin identidad y es difícil identificarlas.
Argerich murió el 25 de mayo de 1871. Y el 14 de abril se cumplieron 150 años desde que se decidió abrir un nuevo cementerio en la zona de Chacarita de los Colegiales debido al colapso del enterratorio del Sur, que estaba en Parque Patricios. Es considerado un héroe de esos tiempos en los que la epidemia había puesto en jaque la vida de los porteños. Y su nombre vuelve a tomar relevancia en tiempos de coronavirus, mientras la pandemia que azota al mundo también impacta en la Ciudad.
Las bóvedas de Chacarita son las que más sufren los robos de las placas, que en general suelen ser de bronce y son revendidas en galpones y chatarrerías. Por eso, cada vez son más las que no permiten saber a qué familia pertenecen o si en ellas descansan personajes ilustres.
Al robo de la placa de la tumba de Argerich se sumó, por ejemplo, la de la tumba del jockey Irineo Leguisamo, quien descansa en una bóveda familiar, pero que no tiene su apellido. Así que es imposible saber que allí están los restos del hombre que compitió durante más de 50 años en hipódromos de Argentina y Uruguay, país en el que nació, y que además de inspirar obras artísticas como tangos y películas, le dio nombre a la caña Legui, una famosa bebida que aún hoy se sirve en bares.
De Chacarita no solo se robaron las placas que identificaban la tumba de Leguisamo. También se llevaron una en la que se leía la dedicatoria de quien fuera su “hijo del corazón”, Palito Ortega. “Tu ejemplo y tu amor vivirán siempre en mí. Tu hijo Ramón. 2 de diciembre de 1985″, decía el bronce que ya no está en su lugar.
Chacarita es el cementerio más grande de la Ciudad. Tiene una superficie de 95 hectáreas. En los últimos años los robos y el vandalismo se volvieron un conflicto recurrente. Y pese a que los ingresos están limitados por la pandemia, incluso el año pasado, el plena cuarentena, se llevaron placas de monumentos y elementos de bronce de bóvedas y tumbas, entre ellas, de un cenotafio de Eva Duarte de Perón.
Otros robos
Manuel Balado fue el responsable de la apertura de la cátedra en Neurocirugía en la Facultad de Medicina de la UBA. Las placas que identifican su tumba también desaparecieron.
Tampoco están más varios bronces del mausoleo del maestro Osvaldo Pugliese, uno de los grandes íconos del tango y personaje inevitable de la cultura porteña y nacional. También se llevaron elementos de metal de la tumba de Rosita Melo, pianista, compositora y concertista uruguaya, autora del famoso vals criollo “Desde el alma”, una creación que la ubicó como una de las primeras mujeres en hacerse conocidas a nivel mundial como compositora de la música del Río de la Plata.
«Hace más de un mes que ocurrió el robo de las placas de la bóveda de Argerich. El Decreto 3395, de diciembre de 1970, dice que la conservación del patrimonio funerario es responsabilidad de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos. Debería ocuparse de reponer las piezas que se roban«, dice Hernán Vizzari, historiador y experto en Patrimonio funerario.
«Las conmemoraciones no solo deben ser un acto simbólico. Hay que trabajar para proteger lo que queda del Patrimonio», agrega Vizzari, que por sus trabajos fue declarado Personalidad destacada de la Cultura.
Consultadas por Clarín, fuentes del Gobierno porteño aseguraron que están al tanto del robo de las placas y afirmaron que personal del cementerio ya está en contacto con las familias. Además, informaron que este año se radicaron 10 denuncias por robos en la Comisaría 15.
Los cambios en los ritos funerarios hicieron que cada vez menos gente vaya a los cementerios. Así, parte del patrimonio fue abandonado por las familias y se fue deteriorando. Y al casi no haber gente circulando, también se vieron favorecidos los robos y el vandalismo.
Chacarita, Flores y Recoleta están bajo la órbita de la Jefatura de Gabinete y, a su vez, de la Secretaría de Atención Ciudadana y Gestión Comunal, desde diciembre de 2019.
En la actualidad, de los 7 accesos que tiene Chacarita, hay solo 2 habilitados con control de seguridad; uno vehicular por Jorge Newbery y el principal, que es peatonal.
Además de los controles de ingreso y egreso, desde la Ciudad informaron que se sumaron tres cámaras inteligentes monitoreadas por la Policía de la Ciudad a las que estaban fijas. Y que «se sigue trabajando para fortalecer la seguridad».
Protocolo Covid
- El horario de acceso es de 8 a 17.
- Por protocolo de pandemia, solo pueden ingresar familiares en grupos de no más de 2 personas con un máximo de permanencia de una hora.
- En el caso de inhumaciones o cremaciones, pueden acompañar hasta 9 familiares designados, más un ministro religioso.