Según fuentes calificadas del Juzgado Número 2 de Moreno, el Juez Gabriel Castro y sus colaboradores coinciden en que el tema de la usurpación a la UTPBA es un problema político y que, por esa razón, merece una solución política.
Por su parte, los representantes de la Intendencia de Moreno y de la Gobernación de la provincia de Buenos Aires plantean que la usurpación es una cuestión de carácter judicial que debe resolver la justicia.
La UTPBA está convencida de que la usurpación fue impulsada por sectores que responden a la política, de tal manera que –sin que ello implique coincidir con el juez- la solución debe ser política, y que posteriormente el Juez, sin vulnerar ninguna ley, disponga una solución judicial.
Al menos en la UTPBA, nadie se chupa el dedo.
De los robos con destrozos y de los destrozos del total de las instalaciones, el salvajismo programado dio paso a los incendios, también programados, con los que se arrasaron los reiterados trabajos de reconstrucción, que en su gran mayoría hicieron de manera solidaria compañeras/os de la conducción de la UTPBA y compañeras y compañeros afiliadas y afiliados junto con los vecinos del Camping.
En todo el proceso de desguace el Complejo Recreativo de la UTPBA, en la localidad de Moreno, lo que sobró -y sobra aún- es la impunidad.
Esa impunidad, sinónimo de varias e inocultables complicidades, le abrió las puertas a la usurpación.
No es ocioso hacer la lista de los destrozos e incendios con que se atacó una parte importantísima del patrimonio material y cultural de la UTPBA.
Se destruyeron:
El salón de actividades comunes destinado a manifestaciones artísticas y a reuniones de debate sobre la profesión, la comunicación y la realidad económica, política y social en el orden internacional y en nuestro país; el consultorio médico; el restorán y los juegos infantiles.
Se destruyeron:
Los quinchos y parrillas; las canchas de fútbol, tenis, pádel, bochas y vóley; el depósito de herramientas y maquinarias, entre ellas un tractor. Las piletas de natación, para niñas y niños y la de mayores; baños y vestuarios y kioscos.
Se destruyeron:
Extensos caminos de baldosas, las bombas de agua, las cañerías de todo el predio, la instalación eléctrica extendida a lo largo y ancho de las trece hectáreas.
Dejaron tierra arrasada y nunca nadie fue identificado como responsable de semejante acción criminal.