La Feria de Editores, que comenzó el jueves y se extiende hasta el próximo domingo, se está llevando a cabo en un galpón en Chacarita, reunido a cientos de sellos editoriales de nueve países de América y Europa. El evento se desarrolla en el galpón de la Avenida Corrientes 6271, en el corazón del barrio porteño de Chacarita.
La Feria de Editores (FED) sigue sumando días y horas de visita y, año tras año, expositores y asistentes. Crece en volumen y en oferta, sin perder la mirada: ofrecer a los lectores títulos de calidad de todos los géneros y épocas para que cada uno encuentre lo que le interese. Con un plus: la atención personalizada de los propios editores que se toman el tiempo necesario para responder consultas, recomendar libros y autores y, en algunos casos, hasta contar anécdotas de la trastienda de sus catálogos.
Cita tradicional de editores independientes, libreros, autores y lectores, es común cruzarse en la FED con incansables rastreadores de rarezas y tesoros de más de 300 sellos independientes nacionales y de países de América Latina y, también, con gente que va a escuchar a los autores invitados o a participar de charlas vinculadas con la industria editorial. No es que eso no suceda, por ejemplo, en la Feria del Libro de Buenos Aires, pero en la FED todas las propuestas se concentran en pocos días y el clima que se vive durante las jornadas (cuatro en esta edición) es especial: en la mayoría de los casos, los puestos están atendidos por sus dueños y son ellos, los propios editores, quienes se ocupan de “vender” sus joyitas y novedades.
Este viernes, en el segundo día, hubo fila para el ingreso desde antes de que se abrieran las puertas del C Complejo Art Media, ubicado en Av. Corrientes 6271, y quienes esperaban en la vereda recibieron un ejemplar de Traición, libro de relatos gratuito editado por los organizadores. De los 9 mil ejemplares impresos, entre las dos primeras jornadas se repartieron más de dos mil. Por las “calles” con nombres de autoras como Sara Gallardo y Hebe Uhart pasaron Esther Cross y Ricardo Coler, Pablo Maurette, Selva Almada, Ariana Harwicz (que firmó ejemplares sin descanso en el entrepiso) y Edgardo Scott, Dolores Reyes, Daniel Guebel, Gustavo Nielsen (con novedad: fff, cuentos terroríficos y de fantasmas publicados por Aurelia Rivera), Cristina Iglesia, Romina Paula, Martín Kohan, Flor Monfort, Valeria Tentoni, Sergio Bizzio y el escritor cuya lectura recomiendan con fervor otros autores: Diego Muzzio (su narrativa se encuentra en el stand de Entropía; su poesía reunida, en el de Salta el Pez).
El público, diverso: grupos de amigos, madres y padres con bebés en brazos, parejas, adolescentes y adultos “sueltos”. La gran mayoría sale de la FED con uno o más libros bajo el brazo.
“La feria tiene una mirada muy clara y atiende a dos públicos: el editor y los lectores, que saben que hacemos curaduría de los expositores, siempre con el foco en la bibliodiversidad: editoriales de música, cine, narrativa contemporánea local e internacional. Saben, también, que el material es bueno y que, además, detrás del mostrador está la persona que lo editó y conoce todo el proceso. Nos preguntan por la traducción, por la edición, la corrección. Si bien no hay descuentos mayores que en las librerías, sí hay expertos que te van a recomendar algo, en muchos casos, inesperado”, dijo Víctor Malumian, fundador de la FED junto con Hernán López Winne. El gran lema (y la clave del asunto, para Malumian) es: “Si leés, seguro hay un libro para vos”. Los que quieran comprobarlo tienen la oportunidad este fin de semana, de 14 a 22, con entrada libre. En 2022, fueron más de 16 mil personas. Este año, según indican los dos primeros días, serán miles más.
Hay muchas novedades para recomendar. Los lectores del género de terror pueden buscar la segunda entrega novelesca de La misa de los suicidas, de Pablo Forcinito (Metalúcida), Carcoma, de la española Layla Martínez (Marciana), y 8 grados centígrados, de Juan Simeran (Ayarmanot); La última virgen comunista, cuentos de Wang Ping, escritora china residente en Estados Unidos (se presenta el domingo a las 14), de Selva Canela; Dios duerme en la piedra, novela del estadounidense Mike Wilson (Fiordo); Lo que demora el olvido, primera novela de Natalia Neo Poblet (Corregidor); Las calles, de Mariana Ruiz Johnson (Vinilo); Farsas y ensayos, del japonés Ango Sakaguchi (Evaristo, publicado en homenaje al editor Damián Vives, que soñó con publicar este libro).
Pasada la hora de la siesta, Paula Puebla moderó un diálogo entre autores de flamantes ensayos vinculados con la lectura, la escritura y la crítica: Edgardo Scott (Escritor profesional, publicado por Godot) y Guido Herzovich (Kant en el kiosco, de Ampersand). “Se pueden leer en espejo –dijo la autora–. Tratan sobre la circulación de la literatura, el posicionamiento y la pose de los escritores”. Herzovich estudió la masificación del libro en la Argentina desde inicios del siglo pasado hasta la actualidad donde, destacó, “se está cerrando un modo de circulación del libro”. La “lucha literaria”, ahora, se da en redes y plataformas. “Los algoritmos arman comunidades sin necesidad de discursos”, dijo, en referencia a los grupos que en el pasado se nucleaban en torno a revistas literarias.
Para Scott, en la literatura contemporánea hay una “negación del realismo” (y un “realismo malsano”) que atribuyó a la despolitización reinante. “Existe la sobreideologización, si uno es vegano o no, pero no hay interés en la política”, remarcó; lamentó, además, la falta de una crítica auténtica. “Los críticos van a la zaga de los consumidores. Si tenemos mala literatura, es porque leemos mal”, dijo. Horas después, Martín Kohan y Osvaldo Baigorria hablaron con Catalina Reggiani sobre el “karma” de los bibliófilos: la acumulación de libros.