Como si fuera ayer, la primera vez que pisó suelo porteño, Vendela tenía apenas 25 años y dos grandes ilusiones: aprender español y bailar tango. Su estadía iba a ser temporal, pero Buenos Aires la cautivó. “Me enamoré de la ciudad y me quedé”.
Fue a principios de 2017 cuando se entusiasmó por abrir su propia cafetería en nuestro querido barrio de Chacarita. Aquí, logró combinar sus dos pasiones: el café de especialidad y la pastelería artesanal. En el local en cuestión había funcionado antiguamente un taller de artistas y también una tapicería. La casona conserva los pisos calcáreos, techos altos y puertas originales. Las paredes descascaradas con distintos matices de grises y verdes también le aportan un estilo único.
Un luminoso salón donde hay mesas comunales, rectangulares y otras ratonas combinadas con sillas de madera y cómodos sillones con tapizados de cuerina y terciopelo. Tienen gran protagonismo los muebles y vajilla antigua: vitrinas, repisas, mostradores, platos y tazas. Es que a la emprendedora le fascina recorrer anticuarios y encontrar tesoros. Incluso, si es necesario se encarga de restaurarlos y darle su “toque personal”. Las flores también la han acompañado desde la apertura. En las mesas no pueden faltar los jarrones con yerberas, lisianthus, margaritas, fresias y claveles, según la estación del año.
Vendala cuenta: “Siempre aposté a ofrecer productos sencillos, pero ricos”, expresa. Muchas de las recetas están inspiradas en su madre, Almut. Como la llamada “Torta Linz”, con una suave masa e inigualable aroma a especias (canela y clavo de olor). “Su sabor particular era uno de los que más extrañaba. En mi hogar siempre la comíamos en épocas de Navidad. Acá la empecé a hacer todo el año y a los clientes les encantó”.
La torta húmeda de chocolate es otro de sus clásicos, y comenta, “Es un postre muy común en Francia. Cada casa tiene su receta. La calidad del chocolate es importantísima. Me encanta que sea muy espesa, lleva huevo, crema y manteca”. Se incorporaron algunas opciones saladas donde se destacan las Tartine (parecido a un sándwich) como “La cóte d´Azur” con jamón crudo, queso crema, tomates secos y rúcula y “Le Mont Blanc” con queso brie, cebolla caramelizada, berenjenas en escabeche.