A Juan Carlos Lorenzo (1922-2001) se lo recuerda principalmente como entrenador: es el tercer técnico más ganador de la historia de Boca, detrás de Carlos Bianchi y Mario Fortunato, y logró un bicampeonato con San Lorenzo, entre otras conquistas. También tiene pasado con gloria durante una etapa de futbolista que comenzó temprano.
Fué uno de los pocos personajes que generan consenso entre hinchas de Boca y San Lorenzo, y también dejó buenos recuerdos en dos clásicos rivales: el Funebrero al inicio de su carrera y el Bohemio al final.
Con tan solo 18 años, Lorenzo dejó atrás su paso por las inferiores de Nueva Chicago y su estadía en la Tercera de River -donde vio de cerca a los jugadores de La Máquina- para hacer su debut en Chacarita. Era un entreala por cualquiera de las bandas, ladero de los wines de entonces.
Enseguida se metió en el plantel e integró el cuadro que logró el ascenso en 1941, con un equipazo que en 34 partidos cosechó 58 puntos, le sacó 13 al segundo (Colegiales) y convirtió 92 goles. Chaca venía de descender el año anterior y pudo mantener la base, con lo cual mostró mucha superioridad ante sus rivales durante todo el campeonato.
Su buen nivel en Chacarita le dio la posibilidad de pasar al Xeneize. El Toto llegó al bicampeón del 43-44, donde no encontró mucho lugar. En épocas de Severino Varela, Lorenzo lo reemplazaba durante toda la semana ya que el uruguayo se volvía a su país para trabajar, pero los domingos era titular el hombre que portaba la famosa boina.
El Toto pudo jugar 10 partidos y convertir tres goles durante su primer año, en un equipo que terminó como subcampeón por dos temporadas seguidas (de River en 1945 y de San Lorenzo en 1946). En total festejó nueve tantos en los 31 partidos que disputó hasta 1947. Su último equipo en Argentina fue Quilmes. De espíritu aventurero, luego comenzó una travesía por Europa.
Estuvo cuatro años en la Sampdoria -en 1951 enfrentó a Platense, en la gira del Calamar por el Viejo Continente- hasta que Helenio Herrera lo pidió para el Atlético de Madrid. Convivió seis meses con el técnico ítalo-argentino e incorporó muchos conceptos que volcaría luego en su etapa de entrenador.
En 1959 llegó al Mallorca, ya con 37 años. Además de ser jugador se calzó el buzo de DT y logró dos ascensos consecutivos, para llevarlo de Tercera División hasta lograr un sexto puesto en la Primera española. Su experiencia inaugural fue muy exitosa pero, a pesar de que se había adaptado muy bien a Europa, ya tenía ganas de volver y fue San Lorenzo el que le abrió las puertas.
La década del 60 encontró a un joven Giancarlo, como también se lo apodaba, que hacía sus primeras armas como entrenador, siempre dirigiendo equipos importantes. Después de una convincente performance en San Lorenzo, escolta del Racing campeón, llegó a la Selección y dirigió la Copa del Mundo de Chile 1962.
Eliminado rápidamente del otro lado de la Cordillera, emprendió viaje a Italia para dirigir a la Lazio (ganó la Copa Italia) y a la Roma. Volvió a asumir en la Selección para el Mundial 1966, que acabó con aquella recordada derrota ante Inglaterra en cuartos.
Luego pasó brevemente por River (1967) y otra vez por Lazio, hasta que en 1972 llegaron sus primeros grandes títulos en Argentina, dirigiendo a San Lorenzo: Metropolitano -cinco fechas antes del final- y Nacional -de manera invicta-. Se quedó un año más y después, en ese permanente ida y vuelta, fue al Atlético de Madrid y a Unión, antes de desembarcar en Boca al comienzo de 1976.
El Xeneize y el Toto eran tal para cual. A esa dupla se le sumaba el Puma Alberto J. Armando, lo que produjo un cóctel explosivo que derivó en la primera gran etapa internacional de Boca. Él volvió a ganar los dos torneos locales del año (Metro y Nacional 76) y les agregó un bicampeonato de Libertadores (77 y 78) más la Intercontinental en Alemania ante el Borussia Moenchengladbach.
El incansable Lorenzo no dejaba desafío sin asumir: mientras aún dirigía a Boca asesoró a Tigre para que lograra el ascenso en 1979. También dirigió a Racing, Argentinos, el Atlante mexicano, Vélez Sarsfield y descendió con San Lorenzo, en lo que fue sin duda la decepción más grande de su carrera como técnico.
Sus últimos tres clubes fueron Independiente Santa Fe de Bogotá, San Lorenzo (cuarto ciclo) y nuevamente Boca. Antes de eso se dio el gusto de ganar un título más, uno que le faltaba en Argentina. En 1983 se hizo cargo de Atlanta y logró el campeonato de Primera B, para que el Bohemio volviera una vez más a la máxima categoría del fútbol argentino.
La B se jugaba con 22 equipos distribuidos en dos zonas, pero se enfrentaban todos contra todos en dos ruedas. A lo largo de los 42 partidos, Atlanta fue el equipo que más puntos sumó y se consagró campeón. Justamente el que lo acompañó a Primera fue Chacarita, en un ascenso que se recuerda por los episodios de violencia en los últimos partidos.
Los dirigidos por Lorenzo destacaron la motivación que les dio el Toto al asumir el cargo. Un hombre que había sido técnico de los equipos más importantes del país y de algunos del mundo bajaba a comandar un cuadro del ascenso. Y los llevó arriba.