Habían pasado algo más de dos horas desde el momento en que se cerraron las puertas del Cementerio San José de Flores. Aún quedaban en el lugar los trabajadores y trabajadoras de este camposanto ubicado en Varela y Balbastro, quienes escucharon un ruido atronador. En los primeros minutos hubo mucho desconcierto. ¿Desde dónde podía venir ese sonido en un lugar silencioso, ya sin visitas y sin movimientos? El polvo expandiéndose por los pasillos dio las primeras pistas: había colapsado el techo de una galería de nichos.
El episodio ocurrió este martes y los trabajadores consideraron «un milagro» que nadie haya salido herido y que ningún nicho haya sido afectado por el derrumbe. Vigas, mampostería, hierros y placas de yeso quedaron colgando del techo y dispersos por el suelo del panteón. La escalera que se utiliza habitualmente para acceder a los nichos más altos, casi cercanos al techo, quedó hecha añicos. A esta escalera no sólo la usan quienes realizan mantenimiento en el lugar, sino también las personas que van a dejarles flores a sus seres queridos.
En territorio porteño hay tres cementerios: Chacarita, Recoleta y Flores. Todos dependen de la Subsecretaría de Gestión Comunal de la Ciudad. Desde esa área confirmaron la información y precisaron que el techo se desplomó entre las 19 y las 19.30; que no hubo heridos y que se encontraban realizando las pericias para determinar qué sucedió. «El lugar está vallado y se está preparando para que comiencen las obras de reparación», aseguraron.
El techo de una de las galerías de nichos del cementerio de Flores se desplomó el martes, entre las 19 y las 19.30.
El piso quedó inundado y es probable que la estructura haya colapsado debido a la acumulación de agua en el techo y a la falta de drenaje, estimaron fuentes del cementerio. En los días previos hubo muchas lluvias y tormentas.
Hernán Vizzari es divulgador e investigador de la historia de los cementerios porteños. Conoce como pocos todo lo vinculado con los tres camposantos y cuenta que las filtraciones ya habían comenzado a ocasionar problemas: «Provocaban inundaciones en la planta baja, daños en el sistema eléctrico y finalmente, esta caída del techo», contó quien además fue distinguido por la Legislatura porteña como «Personalidad Destacada de la Cultura».
Vizzari recordó que entre 2004 y 2005 la Ciudad se había comprometido a realizar obras de reparación. También durante 2009, cuando hubo otro derrumbe de similares características: «Si bien se hicieron arreglos, no hubo obras de infraestructura importantes. Queda al descubierto la larga lista de falencias edilicias, que atentan contra la salubridad», remarcó.
Al problema de la infraestructura, y a la falta de mantenimiento que denuncia Vizzari, se suman el robo y el vandalismo que padecen los tres cementerios porteños. Aún en pandemia, mientras los sitios estuvieron cerrados a las visitas.
En Chacarita, cuando todavía estaban cerradas las puertas por la cuarentena y no estaban autorizados los cortejos y responsos, se robaron una placa y un busto. Aunque no hubo precisiones sobre cuándo ocurrió, los faltantes fueron descubiertos en julio. Fuentes del cementerio denunciaron que primero se robaron una placa ubicada en el cenotafio de Evita. Y luego, un busto de Isaac Rojas, que se encontraba en lo que se conoce como Panteón A del Centro Naval.
En este cementerio, que con 95 hectáreas es el más grande de los tres, los robos, e incluso las profanaciones, son recurrentes.
Vizzari lamenta el deterioro en general de los cementerios y reclama por su cuidado: «Merecen ser mantenidos patrimonial y ediliciamente, ya que son espacios sensibles para todos. Los deudos deben tener un lugar digno para visitar a sus muertos y no encontrarse con robos, vandalismo, profanaciones o un techo que se caiga».
Actualmente los cementerios se encuentran abiertos, pero sólo está permitido el ingreso para visitar las tumbas o asistir a un entierro o a cremaciones. En cambio, no están permitidas las visitas turísticas o recreativas. Mientras tanto, todos los trámites -renovación de nichos, concesiones de bóvedas y panteones, etc- deben realizarse en forma online.
Inaugurado en 1807, en su origen el cementerio de Flores estaba a unos metros de su emplazamiento actual, por la calle Rivera Indarte. Para 1832 ocupó otra finca, en el mismo barrio. Recién en 1867 se asentó en los terrenos en donde funciona hoy. Además de preservar los restos de las familias que en aquellos años eran propietarias de estos campos, considerados las «afueras de la Ciudad», en Flores también fueron enterrados los primeros judíos que fueron autorizados a tener sepultura en Buenos Aires, entre 1900 y 1910.
NS